El otro día estuve hablando con una amiga sobre antiguos novios y novias. Me contó una historia de su “ex” en la que me sentí reconocido: “cuando estaba mal desaparecía. Me decía: no te preocupes ya te llamare cuando este bien”
Hay veces en las que el orgullo nos domina y somos capaces de morirnos de asco, antes que pedir ayuda a nadie. Incluso cuando tenemos pareja nos avergüenza mostrar nuestros momentos débiles, penosos, ridículos o estúpidos.
Este es un gran error. No permitimos que nuestra pareja tenga el placer de ayudarnos y encima hacemos que sufra con nuestro silencio.
La próxima vez que me comporte así me haré esta pregunta: ¿a quién quieres más, a tu pareja o a tu orgullo?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario